Debe ser clara, precisa, específica; utilizar términos y conceptos
científicos que designen unívocamente a los fenómenos y procesos educativos estudiados;
evitar términos vagos, imprecisos, que se presten a confusión o a interpretaciones diversas,
etc. Todo ello se logra en la medida en que en problema tiene una fundamentación teórica
sólida, ya que en los propios términos y en la designación de las categorías y variables se
expresa el vínculo con la teoría.